La imagen mental como inspiración


Arantxa Villalba: “La imagen mental como inspiración»
Por Andrea García Casal, historiadora del arte y teórica.

Villalba (León 1974), se caracteriza por una producción plástica de vertiente abstracta basada en la idea de la imagen mental. A pesar de que esa imagen recreada en el cerebro mantiene el rasgo de ser efímera, Villalba la vuelca, como no podía ser de otro modo, en una pieza pictórica.

Ya sean obras abstractas o abstraizantes, la depuración de la imagen psíquica conlleva una técnica libre, más automática, que evite conectarla con la inflexibilidad del pensamiento racional, el cual no deja de estar guiado desde antaño por el sentido de la vista, considerado más apto para hallar el conocimiento.
Villalba apuesta por técnicas al estilo del goteo de pintura dripping—, vinculadas a lo irracional, a la primacía del gesto. Ella no olvida la referencia de la imagen mental original, la que luego toma cuerpo desde la revisión purista de las formas y colores que la construyen.

Sin embargo, no planifica la reproducción de esta imagen en su arte, pues como ya se explicó, su lucha contra la intoxicación sensorial, visual en particular, dentro del régimen neobarroco, la coloca en la posición de negar nuevas imágenes que acaparen nuestra mirada. En su lugar, la libertad del goteo de pintura, del gesto rápido y despreocupado, del uso de la espátula o la pintura en horizontal, atestiguan la libertad y el dinamismo de la pintora en el acto de crear, dejando la impronta de su psique y soma en acción, en los acrílicos, óleos, acuarelas y otros materiales vertiéndose casi desinteresadamente en el soporte. No tiene una gama cromática predilecta, pero sí es cierto que la presencia del amarillo —y en particular, del color dorado— es muy habitual en su trabajo, y rige de un modo u otro sus pinturas, transitando entre la abstracción y la figuración con su apariencia fulgurante.

En este proceso que también da lugar a una catarsis, Villalba asimismo busca fecundar una armonía, una belleza a nivel estético, apoyada en la imagen mental y el apresamiento de su aura. Cuando ejecuta una pieza abstracta, el ritmo de formas y colores, a pesar del componente automático, irracional, está subyacente. La pintura de nuestra protagonista también se transforma aquí en una suerte de paréntesis hedonista, a la par que profundamente espiritual, en oposición a una realidad visible-tangible, sobre todo, visible, que nos ahoga.